Memoria y Lucha

LA LUCHA ARMADA EN AMERICA LATINA - CARLOS ALTAMIRANO

03.02.2018 02:08
Allende, Hortencia Bussi y Carlos Altamirano

"Corresponde a Fragmentos de un artículo-conferencia de Carlos Altamirano publicado en la revista "Punto Final" N°31, julio de 1967."

"El gobierno de Chile está integralmente comprometido en esta monstruosa conspiración reaccionaria, militarista, de yanquis y de gobiernos títeres, para aplastar los movimientos populares, revolucionarios latinoamericanos" Carlos Altamirano.

“América Latina, gran nación deshecha en veinte repúblicas, tiene una superficie de 21.000.000 de kilómetros cuadrados y 240.000.000 de habitantes. El orden burgués y la explotación imperialista están cautelados por 1.200.000 guardias nativos de ejércitos profesionales al servicio del pentágono.

Vietnam del sur tiene una superficie de 170.000 kilómetros cuadrados y 14.000.000 de habitantes. A pesar de la fantástica desproporción de fuerzas - 600.000 rangers norteamericanos y 30.000 millones de dólares al año de gasto-, el sistema occidental, cristiano y capitalista de vida, no ha logrado ser impuesto en Vietnam por las potencias cristiano.capitalistas.

Si lograra materializarse la gran consigna lanzada por el comandante Ernesto Guevara, de vietnamizar América Latina, para mantener igual proporción de fuerzas, en consideración a la extensión del territorio y al número de habitantes, serían necesarios más de 15.000.000 de soldados yanquis en tierra latinoamericana.

Cómo derrotar a los ejércitos profesionales nativos y a sus tutores armados yanquis, guardianes del sistema de vida capitalista en esta zona del hemisferio, es el gran dilema planteado a las vanguardia políticas continentales. Cuba - socialista y revolucionaria- nos entrega su respuesta clara, audaz, optimista y desafiante. Pretendo plantear, en forma por demás esquemática, la estrategia concebida por Cuba para lograr liberar a nuestros pueblos de la implacable explotación imperial, del hambre, del analfabetismo, del retraso y del subdesarrollo.

 

Revolución en la revolución

En primer lugar, debo reconocer el profundo impacto psicológico y político que nos produce Cuba. Allá logramos entender por qué Debray dio a su ensayo el título de: "¿Revolución en la revolución?". En Cuba, en estos instantes, se vive una revolución en la revolución: el escenario, los actores, los temas y la trama, del gran drama histórico latinoamericano, han cambiado radicalmente.

La estrategia y las tácticas de las vanguardias políticas, hasta ahora utilizadas, han sido sometidas a una profunda revisión y a una implacable crítica dialéctica.

En primer lugar, el escenario en que nosotros estamos acostumbrados a actuar, es el de nuestros respectivos pequeños países: el escenario chileno, el escenario argentino o el de Brasil; incluso para Cuba, el escenario era Cuba. Hoy día, el escenario donde se representa el gran drama continental es América Latina.

No son más sus estados compartimentos. Los actores, los antiguos actores de la vieja y gastada comedia continental, han sido desahuciados definitivamente. Los Haya de la Torre, los Betancourt, los Figueres, los Frondizzi y los Frei, todos ellos, ya no tienen vigencia en el proceso histórico desatado por Cuba. Los unos por ineptos e incapaces, los otros por traidores y vendidos al statu imperialista.

Nuevos nombres ocupan el firmamento político continental, todos hombres jóvenes: Fidel Castro, Che Guevara, Camilo Torres, Douglas Bravo, Fabio Vásquez, Marulanda, César Montes, Yon Sosa, Hugo Blanco, son los auténticos protagonistas del gran acto histórico iniciado en nuestro continente, como ayer fueran Bolívar, Sucre, San martín u O'Higgins. Los temas y la trama de la historia también se están escribiendo de manera distinta. Sería como comparar una vieja tragedia clásica de Shakespeare con un moderno drama de Ionesco.

Nosotros, formados en la vieja escuela del teatro clásico, aún continuamos hablando de alianzas políticas, de pactos electorales; en Cuba, nadie habla de alianzas políticas, ni de pactos electorales; ellos preguntan por los frentes guerrilleros. Aquí nosotros hablamos de partidos políticos, allá ellos hablan de ejércitos del pueblo.

A la antigua lucha electoral y pacífica ellos contestan con un audaz llamado a la lucha armada, revolucionaria en escala continental. A las vanguardias de clase ( de obreros y campesinos civiles) ellos oponen las vanguardias militares ( de obreros y campesinos guerrilleros) . Para ellos, político revolucionario es el que se hace en el combate guerrillero, de la sierra o de la montaña, no el que se forma en la lucha municipal, sindical, o en los pasillos parlamentarios. Político revolucionarios es el que lucha por establecer un poder revolucionario para desde allí realizar auténticos cambios revolucionarios.

No son políticos revolucionarios los que aspiran a mantener o restablecer hipotéticas garantías individuales dentro de farsas democráticas representativas. En Cuba, lógicamente no interesa una victoria electoral o el resultado de una huelga general; les preocupa sí, intensamente, la conquista de nuevas posiciones en las montañas del Bachiller, en venezuela o en el frente armado de Falcón, en ese mismo país.

En síntesis, en Cuba se está viviendo otro universo conceptual e ideológico; se escuchan otros temas; otros son los actores, protagonistas del rico y explosivo proceso histórico continental ya en marcha. Explicar, aunque sea someramente, la nueva estrategia de lucha planteada por Cuba para enfrentar a los imperialistas, es la tarea que me he propuesto.

 

La lucha es contra el imperialismo

En primer lugar, el supuesto esencial sobre el cual descansa esta estrategia, es que la batalla por la libertad de América, básicamente, debe librarse contra el imperialismo norteamericano. El es el enemigo número uno. Estados Unidos se ha convertido no sólo en el centro y líder del capitalismo monopolista mundial, sino también en su defensor y ejecutor armado.

Las burguesías latinoamericanas y sus gobiernos títeres son simples lacayos del imperialismo. Ninguna de ellas puede subsistir sin la ayuda financiera norteamericana y sin el apoyo militar y policial del Pentágono y de la CIA.

El retiro del apoyo financiero, económico y militar yanqui, significaría la inmediata caída de las castas gobernantes latinoamericanas. Ellas y ellos lo saben. Por eso, también el imperialismo se torna cada vez más agresivo e instruye a los gobiernos títeres de América para adoptar formas comunes de lucha para derrotar la insurgencia espontánea y masiva de los más vastos y variados sectores de obreros, campesinos y estudiantes latinoamericanos.

A esta estrategia común del imperialismo debe oponerse una estrategia común de los revolucionarios.. A la fuerza interamericana de paz de los reaccionarios, debe responderse con la fuerza armada guerrillera, continental, de los revolucionarios. El imperialismo está actuando coordinadamente. Su cuartel general es el Pentágono y la CIA. Sin embargo tiene el cinismo y la desvergüenza de condenar la proyectada unidad de las vanguardias políticas revolucionarias latinoamericanas, expresadas en la OLAS.

En el hecho, la fuerza interamericana "de paz" ya ha sido creada y está en plena acción. Nuestro propio gobierno, con su acostumbrada hipocresía, la niega en el derecho, pero la acepta y la justifica en los hechos. Los altos mandos del ejército chileno concurrieron el año pasado a una reunión conjunta de todos los ejércitos en Buenos Aires. En estos mismos instantes los servicios de inteligencia militar de Chile y de América Latina están congregados en Bogotá para estudiar "los métodos para afrontar la constante subversión guerrillera comunista-castrista en el continente”. Asi dice el cable.

El gobierno chileno no lo ha desmentido. Y a esa misma hora y fecha, los altos mandos de las fuerzas aéreas de Chile y del continente se reunieron, con iguales finalidades en caracas. Cerca de 35.000 oficiales de los ejércitos profesionales latinoamericanos, entre los cuales lógicamente se cuentan los chilenos, se adiestran anualmente en panamá, en la lucha antiguerrillera norteamericana. Chile – año a año – realiza operaciones "Unitas" con la armada y el ejército yanqui, y las armadas y los ejércitos de otras naciones de esta zona del hemisferio. En consecuencia, nadie puede negarlo.

El gobierno de Chile está integralmente comprometido en esta monstruosa conspiración reaccionaria, militarista, de yanquis y de gobiernos títeres, para aplastar los movimientos populares, revolucionarios latinoamericanos. Por eso la lucha es fundamentalmente contra el imperialismo. Sus objetivos son claros y precisos. Por una parte, aspira a integrar las economías de nuestras naciones a sus grandes consorcios monopolistas, financieros, industri8ales y comerciales, a través del llamado

"mercado común"; y por otra, pretende integrar nuestro ejércitos y los aparatos represivos de la burguesía, al Pentágono, a través de la "Fuerza Interamericana de Paz". Así, rápidamente, estamos marchando hacia la "portorriqueñización" de América Latina.

En Cuba no hay dudas acerca de que el imperialismo será derrotado en Vietnam. Al respecto, quiero recordar brevemente la inolvidable entrevista sostenida con el embajador del Vietcong en La Habana, quien ratificó su fe absoluta, inquebrantable, en la victoria final sobre el imperialismo. No deja de impresionar hondamente escuchar a un hombre pequeño, armado de la vieja calma y cortesía oriental, expresar con suma tranquilidad, sin el menor asomo de jactancia:

"Nosotros vamos a ganar; los norteamericanos nos han invadido con más de 600.000 hombres, dotados de todos los armamentos más modernos, incluso han recurrido a la guerra química y bacteriológica; este año 1967, van a elevar el contingente a 1.000.000 de soldados, y según nuestras informaciones, en el curso de los próximos años pueden llegar a disponer de 2.000.000 de soldados. Sin embargo, no nos derrotarán. Nosotros también estamos en condiciones de oiponer un contingente similar de hombres para repeler la criminal invasión extranjera".

En Cuba se piensa que la derrota del imperialismo en Vietnam, necesariamente los va a obligar a replegarse sobre su "patio trasero". Indudablemente apretarán aún más la soga puesta al cuello de América Latina. Por eso la lucha será dura y será más larga, pero siempre será victoriosa. Y por eso, también, la inmensa importancia que atribuyen a la lucha del pueblo vietnamita. Este año lo llaman "año del Vietnam heroico", y en todos sus actos, en sus emblemas de agitación, en sus banderas de lucha, destacan en forma muy particular la heroica gesta escrita por este pequeño país en su lucha a muerte en contra de la potencia más poderosa y criminal de la tierra.

También tuvimos oportunidad de extendernos, en nuestra conversación con Fidel castro, sobre las consecuencias económicas del imperialismo. Como siempre, presentó una visión nueva, original y personal sobre este tema. Hablábamos de lo que significa para nuestros pueblos el saqueo imperialista. Con alguna costumbre un tanto cansadora, recordábamos cifras acerca de lo que los norteamericanos nos roban: 2.000 a 2.5000 millones de dólares anuales.

La respuesta de Fidel vino rápida, en la forma simpática y sencilla con que él lo sabe hacer: "mira, chico, los más importante no son los 2.500 millones de dólares que nos roban; si de mi dependiera, haría un trato con estos imperialistas; quédense con los 2.500 millones de dólares; pero no impidan el progreso y el desarrollo de América Latina. Ellos son los guardianes de un sistema que mantiene el retraso y el estagnamiento. Esto significa para América Latina mucho más de 2.500 millones de dólares anuales. Haríamos un buen negocio si ellos se quedaran con los 2.500 millones de dólares; pero, en cambio, nosotros pudiéramos hacer progresar a nuestros pueblos a través de auténticos cambios revolucionarios".

 

La lucha es continental

En segundo lugar, supuesto también esencial de esta estrategia, es que la lucha por la emancipación debe darse – conjuntamente – en el plano continental. Para Cuba está claro que ningún país podrá , independientemente conquistar su plena soberanía. La lucha de cada pueblo, es la lucha de todos, y la victoria de uno, asegura y afianza la victoria de todos. En buenas cuentas se reivindica la vieja estrategia bolivariana: la lucha deberá librarse – al igual que en el siglo pasado – en todo el amplio y vasto escenario hemisférico. Indudablemente, surge una inmensa similitud entre estas dos egregias figuras latinoamericanas: Bolívar y Fidel castro. Si bien el marco histórico en que actúan es totalmente diferente, la grandiosa tarea propuesta los iguala en su noble finalidad: independizar y unir en una sola gran nación a América Latina.

Bolívar fue el hijo romántico de una revolución democrático-burguesa; en cambio, Fidel castro es hoy el símbolo vivo y dinámico de una revolución proletaria y marxista. Simón Bolívar combatió por la independencia política de nuestras naciones, inspirándose en los grandes ideólogos del siglo XVIII y en el ejemplo de la Revolución Francesa. Fidel castro construye la primera sociedad socialista en América latina, adoptando como filosofía la concepción "marxista-leninista" y basándose en el ejemplo de la victoriosa revolución bolchevique de la Unión Soviética.

Las grandes batallas que dieron la independencia política a América Latina, en el siglo pasado, no sólo fueron ideológicas, fueron fundamentalmente armadas. La independencia de la metrópoli española se conquistó en los campos de batalla de Boyacá, en Colombia; de Carabobo, en Venezuela; de Maipú y Chacabuco, en Chile; de Junín y Ayacucho, en Perú. Igualmente, las grandes batallas libertadoras de hoy se están dando en las montañas del Bachiller y de frente de Falcón, en venezuela; en Ñancahuazú y Camiri, en Bolivia; en el frente "Camilo Torres", en Colombia. Y& para Cuba todos estos frentes, guerrilleros y armados, deben responder a una estrategia común, de manera tal, que sea un solo gran frente de liberación el que se ramifique a lo largo de nuestro continente y el que enfrente victoriosamente al imperialismo. Para Cuba, evidentemente, la emancipación de nuestros pueblos no se logrará a través de los cauces pacíficos. Ellos desechan esta vía en las relaciones internacionales dominantes en nuestro continente.

El imperialismo la ha negado, y de hecho impone su "manera de vivir" por lavía armada. En consecuencia, la libertad de los pueblos de América Latina será fruto de su propia lucha: será producto de grandes combates armados librados por nuestras naciones. La lucha es armada La lucha deber ser armada.

El imperialismo no será derrotado por la vía pacífica. Al imperialismo no se le derrotará con buenas palabras o conquistando el poder por la vía electoral. En definitiva, el enfrentamiento final entre imperialismo y revolución se decidirá en el campo armado. Por esto, Cuba no cree que sea posible trasplantar mecánicamente la política de la coexistencia pacífica a nuestra realidad continental. Para ellos, la política exterior de la Unión Soviética "cabalga en un error estratégico"; en cambio, la política internacional de China "cabalga en un error táctico". Esto quiere decir que la concepción general de la Unión Soviética para enfrentar los grandes problemas internacionales es equivocada; no así su conducta táctica, la cual es alabada sin reticencias por los cubanos. Aún más, están profundamente reconocidos de la ayuda soviética y del respeto absoluto mantenido por esta nación frente a las decisiones del gobierno cubano.

En cambio, los lineamientos generales de la política internacional china serían más justos, pero tácticamente se habrían manejado con torpeza y falta de diplomacia, lo que les habría enajenado la amistad de más de un país socialista. Según Cuba, las condiciones objetivas y subjetivas para promover procesos revolucionarios en nuestros países están dadas. "No son condiciones las que faltan – dicen -, sino revolucionarios". Además piensan que para que esta lucha se dé en condiciones estratégicas adecuadas, es necesario dar cima a la suprema aspiración del comandante Guevara, concretada en un mensaje enviado a la Tricontinental, cual es: "Vietnamizar América Latina. Tres, cuatro o cinco Vietnam en América. Muchos y grandes focos de lucha armada y guerrillera en nuestros países. Esta es la consigna de la hora presente."…

 

 

LA VERDADERA MUERTE DE UN PRESIDENTE - GABRIEL GARCIA MARQUEZ

03.02.2018 02:06
La verdadera muerte de un Presidente de Gabriel Garcia Marquez

"Gabriel Garcia Marquez: "El golpe y los gringos" - Taller UNED."

A la hora de la batalla final, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad.

La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado, y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa.

La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder.

Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en el refugio de un Presidente sin poder.

Resistió durante seis horas con una metralleta que le había regalado Fidel Castro y que fue la primera arma de fuego que Salvador Allende disparó jamás.

El periodista Augusto Olivares que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la asistencia pública.

Hacia las cuatro de la tarde el general de división Javier Palacios, logró llegar hasta el segundo piso, con su ayudante el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de Dragones Chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando. Llevaba en la cabeza un casco de minero y estaba en mangas de camisa, sin corbata y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano.

Allende conocía al general Palacios. Pocos días antes le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso, que mantenía contactos estrechos con la Embajada de los EE.UU. Tan pronto como lo vió aparecer en la escalera, Allende le gritó: Traidor y lo hirió en la mano.

Allende murió en un intercambio de disparos con esa patrulla. Luego todos los oficiales en un rito de casta, dispararon sobre el cuerpo. Por último un oficial le destrozó la cara con la culata del fusil.

La foto existe: la hizo el fotógrafo Juan Enrique Lira, del periódico El Mercurio, el único a quien se permitió retratar el cadáver. Estaba tan desfigurado, que la Sra. Hortencia Allende, su esposa, le mostraron el cuerpo en el ataúd, pero no permitieron que le descubriera la cara.

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